Iuando la crisis económica de Sri Lanka saltó a los titulares hace un año, ya llevaba muchos meses escalando. La grave escasez de combustible impidió que la gente fuera a trabajar y no se pudieron distribuir los bienes de consumo. Habiendo cesado las importaciones, los medicamentos y otros artículos esenciales escaseaban o no estaban disponibles. En julio, personas hambrientas irrumpieron en el palacio presidencial. El presidente ya había huido del país.

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Sin embargo, no fue hasta marzo de 2023 que el Fondo Monetario Internacional (FMI) pudo obtener de su junta directiva la aprobación de un préstamo a Sri Lanka para permitir la entrega de productos de primera necesidad. Y todavía no era una luz verde real, ya que la junta condicionó el desembolso del préstamo a las garantías de que los acreedores que se resisten, es decir, China, aceptarían una reestructuración. Sri Lanka no es el único país que espera fondos. El economista informe que 21 países pobres están en mora o esperando la reestructuración de préstamos.

Estos retrasos no son atribuibles al FMI. Allá carta del Fondo estipula que sólo puede prestar si tiene la seguridad de que se restablecerá la actividad económica sostenible. Si la carga de la deuda es demasiado pesada, todos los acreedores deben aceptar una reducción del principal adeudado; de lo contrario, los nuevos préstamos solo se utilizarán para pagar intereses. Y en la mayoría de los casos, será necesario ajustar las políticas públicas para lograr mejores resultados.

Necesidad urgente de un acuerdo

Los rezagados actuales son el resultado de la negativa de China a sufrir el mismo descuento que otros creadores. Los préstamos otorgados por China ahora representan casi la mitad de los créditos gubernamentales otorgados a los países pobres. Cuando un país deudor no puede pagar a China, China suele otorgar un nuevo préstamo para financiar las obligaciones del servicio de la deuda, aumentando el monto adeudado…

En el pasado, las deudas de los acreedores oficiales han sido reestructuradas por el Club de París de acreedores soberanos, que reúne a países como Estados Unidos, Japón y Francia. Mientras el FMI evaluaba la situación macroeconómica y prescribía reformas políticas, el Club de París y los acreedores privados se reunían para acordar un plan de reestructuración. El FMI entonces aprobó el programa y liberó los fondos, luego de haber recibido la seguridad de que el país efectivamente emprendería las reformas necesarias. Ahora que China es un acreedor tan importante, este proceso está chocando contra un muro.

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